Rubén y Sergio son dos
amigos de toda la vida, que han dejado el pueblo y se han ido a
estudiar a la universidad de la ciudad, con lo que han tenido que
alquilarse los dos un pequeño apartamento cerca de su facultad.
Ambos chicos han sido amigos íntimos desde muy pequeños, han
compartido confidencias y secretos. El de la izquierda de la foto,
Rubén, siempre ha sido el más rebelde y el más malote. Solo se
preocupa de estar guapo, ir al gimnasio e impresionar a la chicas,
que se mueren por sus huesos. Mientras que el chico de la derecha,
Sergio, es más tímido y calladito, más preocupado por sacar buenas
notas y por jugar al ordenador, además no consigue salir con ninguna
chica, por lo que envidia mucho a su mejor amigo. Ellos dos son como
el día y la noche, y quizá es por eso por lo que se llevan tan
bien. Ambos se complementan. Cuando habían pasado unos días desde
que se mudaron a la ciudad, ambos descubrieron el verdadero
significado de su amistad.
Cuando Sergio salió de
su habitación en calzoncillos, Rubén que estaba en el salón, vio
que tenía un enorme bulto en el calzoncillo. No se podía creer que
fuera el pene de su amigo, porque era demasiado grande. Así que se
rió y le dijo:
- ¡Tronco! ¡¿Qué
coño llevas hay metido?! No hace falta que me impresiones, eso
resérvalo para las tías.
Sergio le miro
extrañado, se miro el paquete y contestó:
- ¿Pero que dices? Si
no llevo nada. ¿A qué te refieres?
- ¡Ya claro! ¿Te
crees que soy gilipollas? ¿Qué te has metido en los calzoncillos?
Qué parece que se te van a reventar.
Sergio se rió y le
dijo:
- ¿Pues que voy a
llevar? Pues mi pene, nada más, es solo que estos calzoncillos ya me
quedan un poco pequeños.
- ¡No me jodas! ¿Es
en serio? ¿No llevas nada? ¡No me lo creo! ¡Quitatelos!
Sergio enrojecido y
dijo:
- ¡¿Qué?! ¡No! ¡Qué
vergüenza!
- ¿Vergüenza por qué?
Si somos colegas, no tienes porque tener vergüenza por mi. Si te
sientes más a gusto me los quito yo también.
- ¿En serio?
- Claro, y así
comparamos las pollas. A ver quien la tiene más grande o más
peluda.
- Vale, pero lo hacemos
a la vez.
- Echo.
Y ambos comenzaron a
bajarse los calzoncillos delante del otro. Cuando Rubén vio que su
amigo tenía una polla descomunal, se quedo a cuadros, enrojeció y
se sintió avergonzado de su pene, del que siempre había estado
orgulloso.
- ¡Joder, me cago en
la puta! ¡Es enorme!
- ¿Tu crees?
- Joder que sí.
Tronco, no sabía que la tuvieras tan grande, que calladito te lo
tenías, ¿eh?
- Bueno, no se, para mi
es normal, yo no la veía tan grande, y como es la primera vez que me
la ven pues nunca me habían dicho nada.
- Vaya, pues no sabes
lo que se están perdiendo las tías, si supieran que la tienes así,
estarían detrás de ti todo el rato. Oye, ¿te apetece que nos
hagamos unas pajas, ya que estamos en pelotas?
- Ah, bueno, pues vale.
Además, hace mucho que no me hago una.
- Genial, pues así
descargas los huevos, que ya te deben de pesar. Espera aquí, que voy
a por el portátil y a por un bote de lubricante.
Cuando volvió puso en
su portátil una peli de porno hetero, y ambos comenzaron a manosear
sus penes con las manos llenas de lubricante. Mientras un hombre
hipermusculado metía y sacaba su pene descontroladamente de la
vagina de una chica, que gemía como si su vida dependiera de ello,
Rubén, que no podía apartar la vista de la tremenda polla de su
amigo, dijo:
- ¿Alguna vez te han
hecho una paja?
A lo que Sergio
contesto:
- No, nunca. Ya te he
dicho que es la primera vez que me ve alguien que no sea mi familia
desnudo.
- Ya, y ¿te gustaría
probar?
- Pues no se, sí,
supongo que sí. Pero el problema es encontrar a quien me la haga.
- Y... ¿qué te parece
que te la haga yo?
Sergio enrojeció y
miró a su amigo extrañado, después esbozo una sonrisa y dijo:
- Jajaja, que gracioso
eres.
Pero Rubén no parecía
estar de broma, seguía bastante serio.
- No es una broma
Sergio, te lo estoy diciendo en serio. Me gustaría hacerte una paja
y que tu me la hicieras a mí. Me pone pensar que seas tú quien me
pajee.
- ¡¿Qué?! Pero, ¿por
qué? Pero si tu eres hetero, a ti te gustan las tías, ¿por qué te
pone eso?- Dijo Sergio que no daba crédito a lo que estaba
escuchando.
- Sí, bueno, me gustan
las pibas, pero también me pones tú. No se porque, pero me pasa
desde hace varios años, y ahora que te veo desnudo, mis deseos ya
son irrefrenables.
- Vaya, pues no me
había dado cuenta. Pero es que a mi me gustan las chicas, y no me
ponen los tíos.
- Pero puedes probar, y
a lo mejor te gusta. Podemos empezar con algo ligero, como pajearnos
mutuamente. ¿Te apetece?
Sergio se lo pensó un
instante y contesto:
- Somos amigos íntimos
desde hace años, y te tengo un gran aprecio. No diría que es amor,
pero tampoco es simplemente una amistad, de eso sí me he dado
cuenta. No tengo miedo a que me gustes, y como se dice: “Hay que
probar de todo en esta vida”, con lo que no me importa que nos
pajeemos mutuamente. Creo que será una buena forma de que tenga
claros mis sentimientos hacía ti.
- Genial, creí que me
iba a quedar con la ganas de sobarte el rabo jaja. - Dijo Ruben con
una amplia sonrisa.
- Pues toda para ti. -
Le contesto Sergio, echándose hacía atrás y ofreciéndole su
enorme pene a su mejor amigo.
Rubén no tardó ni dos
segundos en agarrar el rabo de su amigo, al que comenzó a masturbar
lentamente. No estaba acostumbrado a agarrar un pene de tales
dimensiones, con lo que le costó un poco hacerse con él. Sergio lo
estaba disfrutando, se le notaba, era la primera vez que otra persona
le masturbaba y eso le gustaba mucho, tanto, que olvido por completo
que su amigo tenía un pene entre las piernas que también quería
disfrutar con su mano. Rubén se lo recordó a los pocos minutos, y
Sergio, algo dubitativo, agarro la velluda polla de su amigo con los
dedos. El hecho de estar tocando un pene que no era el suyo le
resultaba raro, pero más raro era que fuera el de su mejor amigo
desde la infancia. La acaricio con cuidado, y al rato, ya había
crecido hasta convertirse en una buena herramienta sexual. Ambos
masturbaban al otro como mejor sabían hacerlo, aunque se notaba que
el que mejor lo hacía era Rubén, porqué lo hacía con más ganas.
Al rato, Rubén paró, y dijo:
- ¡Tronco, me encanta
tu polla! Es enorme, gorda y larga, y me encantan tus huevos, son muy
grandes. Podrías ser actor porno, si quisieras.
- Jajaja, gracias, es
halagador que alaben tu polla jaja, te sube la autoestima.
- ¿Te apetece que
demos un paso más y pasemos a las mamadas? Porque estoy deseando
comértela, la verdad.
- Ah, pues.... Sí, la
verdad, es que yo también lo estoy deseando.
Rubén sonrió y se
lanzó a la polla de su amigo con la boca abierta. Comenzó
lamiendosela de lado, pasando su lengua de arriba a abajo por todo el
pene de su amigo. Al rato se lanzó al glande, que como el resto del
pene era de un tamaño considerable. Aunque Rubén intentó metersela
entera en la boca, le resultó completamente imposible. Cuando
llegaba por la mitad, le entraban arcadas y no conseguía pasar de
ese punto, por lo que se centro en chuparla de lado, lo cual Sergio
agradeció, porque no le gustaba mucho ver a su amigo teniendo
arcadas mientras le chupaba la polla. Al cabo de un rato, Sergio
comenzó a sentir que algo le subía por el pene, y gritó:
- ¡Me vengo, me vengo!
Rubén, se dio prisa y
se metió el glande de su amigo en la boca, esperando tragarse toda
la lefa que saliera. En cuanto se lo metió, un chorro espeso de
líquido blanco salió disparado hacía su garganta con bastante
fuerza, provocando que Rubén retrocediera un poco, aunque aguanto y
se tragó todos los chorros que expulsaba su amigo. Cuando Sergio
terminó, Rubén se incorporó con la boca llena de lefa, y miró a
su amigo. Este entendió su mirada al instante, y miro hacía arriba
con la boca abierta. Rubén dejó caer sobre la boca abierta de su
amigo la lefa que se estaba guardando en la boca. Sergio se la tragó
toda, junto con la saliva de su amigo. No era la primera vez que
Sergio se tragaba su propia lefa, y Rubén lo sabía, por eso le dio
de probar. Ambos habían hablado varias veces sobre los sabores del
semen, y ambos habían confesado haberlo probado.
Rubén se sentó en el
sofá y dijo a su amigo:
- Bueno, ¿qué te ha
parecido, Sergio? ¿Te ha gustado?
Sergio que se
encontraba exhausto contestó:
- No me ha gustado, me
ha encantado. Nunca había disfrutado tanto. Y qué sepas, que esta
vez mi lefa estaba mucho más rica que las otras veces que la había
probado.
- Jajaja, ese es el
toque que yo le doy.- Dijo riendo Rubén. -Oye, Sergio, ¿te apetece
mamármela?
Sergio se quedo
pensativo y dijo:
- Pues... creo que aún
no estoy preparado. Necesito pensar en todo lo de hoy.
Rubén, algo
decepcionado, contestó:
- Claro, lo entiendo.
Es normal. Puedes tomarte el tiempo que necesites, y cuando quieras,
aquí me tendrás.
- Gracias, Rubén. -
Dijo Sergio dirigiéndose al baño a limpiarse.
- De nada, Sergio. Te
quiero. - Le contesto Rubén, aunque su amigo ya no podía
escucharle.
Continuará...
mi compañero de salon que se esta super mamadisimo, esta super guapo y aveses me acaricia los pectos me pone al 100 aveses le gusta que le agarre los chamrroos y que valla subiendo por toda su pierna
ResponderEliminarUm, se me está poniendo dura solo de imaginármelo. Eres muy afortunado.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
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Eliminarexcelente historia, mucho major esos ricos enormes penes, la verdad que es para volverse loco chupandolas, te felicito, muy buen blog. Soy Jorge de Venezuela y gracias por deleitar mi vista con esas ricas pollas
ResponderEliminarMuy morbosa la historia.
ResponderEliminarSaludos desde www.malagasensual.com
hermosa historia y penes
ResponderEliminarSergio, que hermosa pija, quisiera tenerla para chuparla toda y que me la meta toda, toda, me encantan las pijas enormes, me la aguanto toda dentro de mi culito. Que delicia !.. deseo ver pijas grandes tirando leche, y ver conchas llenas de leche.
ResponderEliminargonzalezroberto930@gmail.com
de donde estan sacadas las fotos
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